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viernes, agosto 26, 2011

Al final, lo que mide es el viaje

Recibí el libro "Soy la mierda oficialista", de Carlos Barragán. Escribo esto luego de haber leído la mayor parte del libro, en la que Barragán desarrolla un relato. No los cuentos, ni las letras de canciones.
Empecé el libro dándome cuenta de que Barragán no usa ni las palabras ni el enfoque que yo utilizaría para contar, por ejemplo, qué me pasa a mí con el kirchnerismo.
Pero terminé el libro con una certeza que me parece hermosa. Y es que este es el libro de un viaje. Del viaje que hizo Barragán durante estos años en el que la política, los conflictos, los encuentros y los desencuentros, seguramente Néstor y Cristina Kirchner nos llevaron a muchos de viaje. Es el libro de alguien que, como tantos, sintió que tenía que iniciar ese viaje porque el paisaje a su alrededor se había empezado a mover. Es decir, que tenía que empezar ese viaje porque el viaje ya había empezado.
Por ejemplo, los que leen este blog saben que hace tiempo, cuando ya estaba Néstor Kirchner en primer plano pero en la Argentina pasaban otras cosas, escribía de algunos temas, con algunas miradas, que ya no uso más. Que justo, justo cuando a los Albertos Fernández de este mundo les dejó de gustar el kirchnerismo, nosotros hicimos las valijas porque era el último llamado y ya estaban abordando. Bueno, en el libro Barragán cuenta cómo vivió él ese viaje, "ese tiempo" (como diría Alberto Fernández).
Las ideas que vierte el autor sobre 678 me parecieron muy certeras: "Ya no es el año 2010 y 678 ya no es tan imprescindible (...) ya se desenmascararon las cosas, ya se aprendió a leer el diario y a ver el noticiero (...) 678 fue el equipo de demolición de un edificio que se estaba pudriendo y que se nos podía caer encima (...) en ese sentido 678 no fue constructivo sino destructivo. Destructivo como lo es cualquier actividad que deje el terreno limpio para la construcción".
Hoy pensaba en lo que me dijo un médico muy sabio una vez. Que hay remedios que tienen pocos efectos colaterales. Pero que los remedios que tienen pocos efectos colaterales, también tienen pocos efectos. 678 no es un remedio con pocos efectos colaterales. Es un remedio con mucho efecto.
Es así.
Te lo dice alguien que vio el programa con Beatriz Sarlo gritándole a la tele, como dice un compañero, algún concepto equiparable a "¡Dásela a Nora Veiras! ¡Dásela a Nora que pone la pelota contra el piso! ¡Defiéndanse con la pelota, será de Dios!".

La descripción que hace Barragán de Jorge Lanata, la firmo al pie. De hecho es más o menos lo que digo si alguien me pregunta sobre él, mientras, a la vez, recuerdo ese ejemplar gigante de Página 12 que tuve pegado durante años en mi cuarto, de bastante joven. Decir "estoy de acuerdo con la mayoría de lo que pasa" te sumerge en un colectivo. Y hay que tener ganas de sumergirse en un colectivo. Si no querés, no querés.
Me gustaron también los conflictos de Barragán con el peronismo ("Nadie se hace de Boca a los cuarenta años").

Barragán viajó. Viajó como supo, como pudo, como quiso, como le tocó. Parece haber sido un viaje intenso. Habrá quien lo vivió como él y quien no. Pero es así la cosa.
Y entonces quién le quita lo viajado.

martes, junio 07, 2011

Feliz Día del Peronista para medir


Hoy terminé de leer Diario de la Argentina, de Jorge Asís (ejemplar dedicado por el autor para Jorge Fontevecchia en 1984).
No soy crítico literario, pero digo:
Es una obra hermosa. Me emocionó ("Pidió una tortilla de acelga, un huevo duro, una copa de vino blanco, le sobraba el tiempo para ir al diario. Después, con el café, en su cuaderno de tapas duras, intentaría bosquejar para engañarse algún futuro cuento, o trataría de solucionar algún capítulo d ela novela que no avanzaba. Sin embargo, como siempre, la planificación no resultaba: se interponía la imagen de Bettina, parada con su mirada perversa y los labios húmedos, ella se abreviaba acaso porque él estaba alejándose. En su cuaderno, después de la tortilla, apenas pudo anotar: medias tres cuartos, zapatos acordonados, ganas de ser feliz"), me hizo reír mucho ("Era inútil, siempre al verlo o recordarlo, evocaría lo que dijo Milos, en plena Peatonal San Martín de Mar del Plata, a una de sus cuantiosas mujeres: 'Andá a comprarme cigarrillos o esta noche no te chupo la concha'"), me interesó.
El chismorreo sobre el diario, la posibilidad de encontrar personajes reales detrás de los nombres cambiados (Bagnatto, la viuda de Alcalde) son cosas menores al lado del libro, de lo bien que escribe el Asís que leí.
Lo más relevante me parece el retrato de cierta vida cotidiana durante la dictadura -porque el libro va del 76 al 83, con algún flashback-. El miedo a la delación, la frivolidad mientras tanto, los silencios, las miradas de ex militantes, la opresión, los buchones, la malaria.
Todo lo que uno quiera saber sobre cualquier redacción periodística -o cómo eran ellas antes, por lo menos- está ahí, en Diario de la Argentina.
"Era sangre nueva para la máquina, carne fresca, carne y sangre que deseaban grandiosamente convertirse en picadillo, sangre que se quería pudrir, coagular, estancar, era un cuerpo nuevo y una mente que anhelaba especialmente cierta estabilidad, un respaldo, ser hombre del Diario, gajito de prestigio entre los familiares, admiración de los vecinos y del portero del consorcio, apasionante manejo de la información, posible plataforma de lanzamiento, centro de referencia, nuclealización de chivos, perspectivas de conocer el mundo en caso de tener suerte y saberse manejar, conocer gente, la sanata, la frialdad en el hocico, los sandwiches de sapo, las palmaditas, el sacerdocio, hermano, el poder".
La gran cosa de este libro, que parece haber perdido Asís, es la mirada ultra crítica sobre sí mismo. ("¿Y si la libertad también era una red? Estabas jodido, Rivarola, eras un periodista irreparable que extrañaba hondamente la cuadra. La literatura, quién iba a decírtelo, era también insuficiente. ¿Pero qué mierda querés? Era nomás un periodista vicioso que extrañaba el manejo de la información, el centro de referencia, los compañeros. Nadie entonces podía imaginar que Rivarola despotricaba contra su incierta consagración, quería rebobinar pero era tarde, un esclavo del éxito provisorio que lo condenaba a la soledad. Perdiste, Rivarola, te va bien, aguantátela.")
Me gustó mucho. Feliz Día del Periodista.

Foto.

jueves, abril 21, 2011

Derecho a réplica para medir (?)

Reacciones sobre este post.

(Jorge Zaín Asís)
Llega por diversos seguidores la reproducción en un blog de portada y primera página de un ejemplar de saldo de "Diario de la Argentina".
(Jorge Zaín Asís)
El histórico ejemplar es de 1984, y está cordialmente dedicado a Jorge Fontevecchia. Por entonces era mi director, en la revista "Libre".

(Jorge Zaín Asís)
Me gustaría escribir un cuento con la historia del ejemplar. Pienso: se quedó de rehén en alguna separación. Que lo prestó y se lo quedaron.

(Jorge Zaín Asís)
Algo similar le pasó a Wilde. Sigo el ejemplo. Le envío otro libro con la siguiente dedicatoria. "Fontevecchia, para tu próxima subasta".

miércoles, abril 20, 2011

¿Y? ¿Medimos o no Tío Plinio Querido?



Grande fue mi sorpresa al encontrar Diario de la Argentina a 5 pesitos en una plaza de mi barrio.
Mayor cuando lo abrí y vi que estaba dedicado por el autor "Para Jorge Fontevecchia, colega y amigo", con "afecto" y para que "tengamos la mejor de las suertes en la relación laboral, un abrazo, oct. de 1984".
Viste como es Fontevecchia. Así como te cierra un diario de un día para el otro, se debe distraer en las mudanzas, supongo.

martes, diciembre 30, 2008

Quizás el post que más mide de todos los tiempos

Veía el otro día el documental Gonzo: The Life and Work of Dr. Hunter S. Thompson. Conozco la obra del buen doctor. El imprescinidble Fear and Loathing: On the Campaign Trail '72, el compañero de toda mesa de luz The Great Shark Hunt: Strange Tales from a Strange Time o el seminal Hell's Angels: A Strange and Terrible Saga.
En el documental vuelven a leer esta nota del tipo, escrita el 12 de septiembre de 2001, cuando era colaborador de una página de ESPN. Recuerdo haberla leído en aquel momento, pero me doy cuenta de que con el tiempo cobra el peso de las obras importantes. Thompson era entonces un tipo semi retirado que venía los últimos años escribiendo notas de fútbol americano. Y que se levantó ese día del sillón para escribir una frase como esta: 

"Make no mistake about it: We are At War now -with somebody- and we will stay At War with that mysterious Enemy for the rest of our lives".

Quizás el mejor blogger antes de los blogs.