domingo, febrero 13, 2011
viernes, febrero 04, 2011
No te confundas, el establishment no mide, nosotros sí
Nosotros tenemos nuestras contradicciones, claro. Nuestras imperfecciones, que vamos a ir resolviendo con política y decisión.
Eso sí, al leer el editorial de hoy del diario La Nación contra los trabajadores tercerizados, sus protestas y los beneficios que han recibido queda muy claro quién es quién en la Argentina de hoy y en la que se viene de 2011 a 2015.
Eso sí, al leer el editorial de hoy del diario La Nación contra los trabajadores tercerizados, sus protestas y los beneficios que han recibido queda muy claro quién es quién en la Argentina de hoy y en la que se viene de 2011 a 2015.
jueves, febrero 03, 2011
¿Progresistas, peronistas? ¿Medidores?
Muchas gracias a la revista Reseñas y Debates del Instituto de Altos Estudios Juan Perón, que publicó textos de Artepolitica.
Se puede leer acá.
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Yo pisaré los callos nuevamente y volveré a medir
- La imagen positiva del presidente de Chile, Sebastián Piñera pasó del 63 % en octubre a 41 % en enero. La imagen negativa, en tanto, pasó de 26 % en octubre a 46 % en enero.
- Por primera vez en su gestión la imagen negativa es mayor que la positiva.
- En junio de 2010, 53% aprobaba la política de Seguridad de Piñera. Hoy, 36%.
- En octubre de 2010, 64% aprobaba la gestión económica del gobierno de Chile, hoy, 49%.
- Y que, ahora sí, ejem, Bielsa se queda.
miércoles, febrero 02, 2011
Midiendo una vez más con el tema de la inflación
Repasando el libro "El Estructuralismo latinoamericano", de Octavio Rodríguez me encuentro, de la página 116 en adelante con una explicación de cómo fue entre 1950 y 1963 la polémica entre economistas "estructuralistas" y la posición "monetarista" sobre la inflación, atribuida al FMI.
Dice:
"Considerada a grandes rasgos, la posición monetarista habría aconsejado combatir la inflación a través de decisiones como las siguientes: reducir o eliminar el déficit fiscal, principalmente mediante la limitación del gasto público y el aumento de tarifas en servicios públicos deficitarios; contener la expansión monetaria y crediticia, adecuándola a las necesidades reales del aumento de la actividad económica; devaluar sustancialmente el tipo de cambio y atenuar las restricciones tarifarias y no tarifarias del comercio exterior; eliminar el control de precios de diversos productos de primera necesidad, entorpecedor de la correcta operación del sistema de precios; disminuir o postergar los reajustes de las remuneraciones del trabajo".
Para los estructuralistas, esas recomendaciones de los monetaristas se basan en un diagnóstico que habla de la "ineficiente conducción estatal de la política de corto plazo". Dicen que su razonamiento, al que cuestionan, es el siguiente: "el financiamiento del gasto público con emisión inorgánica o, con más amplitud, la irracionalidad de la política monetaria y crediticia, dan lugar al alza del nivel general de precios; las presiones para mantener la significación real de sueldos y salarios fuerza el reajuste de las remuneraciones del trabajo; con igual finalidad, se establecen controles de precios de ciertos bienes altamente ponderados en el consumo de los estratos medios y bajos; las alzas de precios implican que la moneda nacional pierde poder adquisitivo interno, mientras conserva el externo, al tipo de cambio prevaleciente; a pesar de este desajuste y para evitar nuevas alzas de precios, la autoridad monetaria resiste y demora la devaluación de la moneda nacional, al tiempo que impone complejos controles a las importaciones; tal política desestimula las exportaciones y mantiene latente una fuerte demanda insatisfecha de productos importados; a la larga, esa tendencia al desequilibrio externo se hace efectiva y obliga a elevar el tipo de cambio; empero -debido a sus efectos sobre los precios-, por lo general la devaluación se realiza en medida insuficiente".
Los estructuralistas dicen que esa visión y recomendaciones de los "monetaristas" no resolvieron el tema al ser aplicadas.
"Las políticas de restricción crediticia y de contención de los reajustes salariales no dieron por resultado la esperada estabilización de precios, sino tan sólo una caída en el ritmo de las alzas, lograda a expensas de la demanda de los grupos de bajas rentas y de la reducción del nivel de actividad económica (o de su tasa de expansión). La compresión del gasto público tendió a incidir principalmente sobre la inversión, con el consiguiente efecto negativo sobre el empleo de la fuerza de trabajo; pese a la limitación del gasto, no se logró impedir el déficit fiscal, pues las variaciones en el nivel de actividad produjeron un efecto contrarrestante a través de la contracción de la base tributaria. Por último, las medidas liberalizadoras del sistema cambiario y de comercio exterior tampoco dieron el resultado esperado en el balance de pagos. Esto se debió, por una parte, a la rigidez de la oferta de exportaciones y a condiciones desfavorables en los precios internacionales; y por otra, a la elevada propensión a importar de economías como las latinoamericanas, que tiende a hacerse efectiva cada vez que se atenúan las restircciones".
"en síntesis, desde la óptica estructuralista se aduce que las políticas de estabilización inspiradas en la posición monetarista condujeron a la desaceleración del crecimiento y al aumento del desempleo, y sólo lograron éxitos temporales y poco significativos en cuanto a las metas que proseguían".
Para los estructuralistas, en cambio hay inflación por tres posibles factores: "de carácter estructural, como la distribución de la población activa por ocupaciones y la variación de los niveles de productividad entre los distintos sectores productivos, de carácter dinámico, como las diferencias entre el ritmo de crecimiento de la economía en su conjunto y el de algunos sectores específicos; de caracter sociopolítico o institucional, como la estructuración del sector privado y su grado de monopolio, la organización sindical y su poder de negociación, la participación de distintos grupos en el manejo del aparato estatal".
Sobre esto último: se habla de "las presiones de distintos grupos sociales por afectar en su favor la distribución de la renta. Así, el grado de monopolio y el poder económico de que disponen las unidades productivas les permiten lograr alzas de precios; y la fuerza y la capacidad de negociación de las organizaciones sindicales las habilita a defender el nivel de salarios reales".
¿Y? ¿Está todo más o menos inventado o qué?
Foto.
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