Dicen
Diego Margulis, Nadab Rajzman y Andrés Tavosnaska, en un paper de
AEDA /
FES:
"Por otro lado, con la transformación de YPF en sociedad anónima en 1990, se comenzó a desarticular su estructura para luego privatizarla de manera definitiva en 1992, año en el que se federalizaron las reservas y se distribuyeron sus acciones entre las provincias de los yacimientos, los trabajadores de la empresa y jubilados. Con el advenimiento de los operadores privados con libre disponibilidad del petróleo extraído, la extracción petrolera tomó un fuerte impulso que le permitió crecer un 76% entre 1990 y 1998, año en que se alcanzó el máximo de producción.
Este aumento de la extracción no estuvo orientado a satisfacer aumentos en la demanda interna de derivados de petróleo, sino a incrementar las exportaciones. Por otro lado, el precio internacional en el período de referencia se encontraba en niveles bajos, lo que implica que se exportó una importante cantidad de hidrocarburos en condiciones de mercado inadecuadas. El incremento de la exploración y exportación formaba parte de la estrategia empresarial de los nuevos operadores tendiente a sobreexplotar los yacimientos de forma tal de poder monetizar las reservas en el menor tiempo posible. Este comportamiento contrasta con la búsqueda de una explotación eficiente que permita obtener mayores volúmenes de producto y precio, considerando un plazo mayor.
En el año 1998 se alcanzó el máximo en la extracción de petróleo, comenzando a declinar con posterioridad, principalmente por falta de inversiones en exploración. Además, cabe remarcar que las principales explotaciones desarrolladas luego de los 90 fueron aquellas descubiertas por YPF antes de su privatización y los inversores privados se limitaron a perforar en zonas donde había alta seguridad de encontrar hidrocarburos, siendo muy baja la inversión en áreas con riesgo geológico.
La trayectoria de la extracción de gas natural guarda grandes similitudes con la del petróleo, aunque con el agravante de que este producto contó con fuertes incrementos en su consumo. En este caso, en la década del 90 comenzó a exportarse gas en grandes cantidades, lo que requirió grandes inversiones en gasoductos que conecten con los países vecinos, y el consumo interno se multiplicó de la mano de la instalación de generadoras eléctricas de ciclo combinado. Como consecuencia, la producción de gas se incrementó aceleradamente hasta alcanzar su máximo en el año 2004, momento a partir del cual comenzó a decaer.
La política de exportación indiscriminada de hidrocarburos permitió elevar de forma sustancial el superávit comercial energético, revirtiendo la histórica sangría de divisas que este sector había provocado, aunque sería solo de forma transitoria. La entrada de miles de millones de dólares contribuyó a sostener en el tiempo a la Convertibilidad, con las consecuencias que este régimen tuvo en términos de desindustrialización y endeudamiento. Sin embargo, la contracara de este déficit fue la disminución del horizonte de reservas, comprometiendo el autoabastecimiento energético de mediano y largo plazo.
En cuanto al nivel de reservas, hasta mediados de los 90 se registró una caída profunda en la relación entre reservas y producción, un indicador muy utilizado para analizar la sustentabilidad del sector. Esto se produjo no tanto por variaciones en el nivel de reservas probadas, sino fundamentalmente por el aumento de la extracción con destino a la exportación que se mencionaba anteriormente.
Sin embargo, a partir de fines de la década del 90, el nivel de reservas y producción hidrocarburífera fue lentamente mermando. Si bien la caída en las reservas es multicausal, el principal factor explicativo se relaciona con las falencias que tuvo (y tiene) el marco regulatorio diseñado al momento de la privatización del sector, el cual no fomentó la inversión en exploración sino la explotación de lo ya descubierto".