América latina
Seguridad social: ejemplos por imitar
NUEVA YORK (The Economist).- América del Sur ha sido pionera en una
nueva manera de encarar la seguridad social. El resto del mundo debe
prestar atención.
Parece cada vez más improbable que EE.UU. esté por embarcarse en un
cambio radical de su sistema de seguridad social (pensiones públicas).
La administración y el Congreso parecen estar contentos por igual de
dejar el asunto pendiente como mínimo hasta después de las próximas
elecciones.
¿Tienen razón los gobiernos en considerar la reforma radical de la seguridad social como algo imposible de vender, excepto en respuesta a una crisis inminente? La experiencia de América latina dice otra cosa. Allí muchos países abandonaron los sistemas de pensiones estatales sin fondos en favor de pensiones "privatizadas" con fondos individuales (las jubilaciones se financian con capital acumulado por cada persona a lo largo de su vida laboral).
En casi todos los casos, estas reformas fueron respuesta a una crisis fiscal efectiva o inminente: en ese sentido, los gobiernos de los países ricos simplemente siguen los precedentes tratando de demorar lo inevitable. Pero América latina muestra que las reformas pueden ser exitosas en términos políticos tanto como necesarias por motivos económicos.
La historia bien contada
Un reciente estudio de Monika Queisser para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) cuenta bien la historia. Primero fue Chile, en 1981, con cuentas de retiro individuales obligatorias administradas por empresas administradoras de fondos que competían entre sí. En los años noventa, muchas otras naciones de la región, poderosamente impresionadas por el éxito chileno, realizaron sus propias reformas: Colombia y la Argentina en 1994, Uruguay en 1996 y México en 1997, por nombrar sólo cuatro. Brasil puede avanzar por el mismo camino pronto.Las pensiones con fondos individuales liberan a los ciudadanos, especialmente los menos pudientes, de la dependencia del Estado en cuanto a la jubilación y reemplazan esa dependencia con la autodeterminación financiera. Esto es "capitalismo popular" con mayúsculas. Y hay otras ventajas posibles: un mercado laboral más eficiente (porque el impuesto de la seguridad social, que es distorsivo, se reemplaza con ahorro explícitamente vinculado con el ingreso al retirarse); más ahorro y por tanto más inversiones y mayor crecimiento y un desarrollo más rápido de mercados financieros modernos.
En conjunto, las reformas han sido exitosas. En los países ricos los escépticos subrayan las dificultades de la transición. Hoy a los contribuyentes se los hace pagar dos veces, argumentan los dubitativos: para acumular en función de su propio retiro y también para financiar las pensiones de los que trabajaron toda su vida en el régimen anterior. Esta doble carga es el motivo por el que los escépticos consideran que la idea es políticamente impracticable.
Pero América latina muestra que la transición se puede manejar de distintas maneras. Se puede variar el ritmo fijando edades máximas para participar en el nuevo sistema; extremando las cosas, se puede permitir sólo que los recién ingresados en la fuerza laboral puedan salirse del sistema estatal. O se puede combinar el sistema solidario con el de aporte individual.
Los costos del sistema
La transición no es insuperable. El principal problema de los esquemas latinoamericanos, señala Queisser, es que los costos de funcionamiento del sistema han sido altos (aunque en el caso de Chile no lo suficiente como para alterar el hecho de que las ganancias de los inversores han sido elevadas). La competencia entre los fondos no ha logrado contener sus costos operativos, que en algunos países representan un altísimo 3% de los salarios.Esto se debe en parte a que los fondos tienen que permitir a los inversores cambiar de administrador casi a voluntad, lo que ha llevado a "guerras de transferencia" en Chile: el 50 % de los contribuyentes solía cambiar de fondo todos los años; hay nuevas reglas que redujeron esto a la mitad. México también ha puesto límites a las transferencias. En los países ricos hay otra solución posible: permitir que muchos tipos de firmas (bancos, aseguradoras, mutuales) compitan en el mercado.
La competencia en mercados sofisticados ha reducido los costos en estas ramas financieras. No hay motivo para que no suceda lo mismo con las pensiones, aunque claramente seguirá siendo necesario mantener reglamentaciones prudentes y de protección al ahorrista. La reforma radical de la seguridad social es la siguiente gran reforma liberal, de tanta importancia como la privatización de empresas estatales, cosa que en su momento también se consideró como utópico.
En la cuestión de las pensiones, América latina muestra el camino.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
Bachelet crea comisión que revisará sistema de pensiones y señala que las AFP “han perdido credibilidad”
La mandataria, en la ocasión,
señaló que se trata de la medida 17 de las 56 comprometidas para los
primeros cien días de gobierno.
Bachelet dijo que con esta instancia se está “iniciando un proceso fundamental de reflexión y de debate para que los chilenas y chilenos cuenten con un sistema de pensiones digno y adecuado a sus necesidades. Un proceso que queremos que sea altamente participativo, pero también de muy alto nivel técnico, y que nos permita hacernos cargo de las claras insuficiencias de nuestro sistema previsional”.
La comisión, que estará integrada por 25 expertos (nacionales y extranjeros) y presidida por el ex director del centro de estudios Microdatos, David Bravo, tendrá el primer desafío de entregar al Ejecutivo un informe de estado de avance en octubre de 2014.
Asimismo, deberá elaborar un informe final que contenga las propuestas de solución a las deficiencias identificadas en el diagnóstico, el que será entregado a la presidenta Bachelet en enero de 2015, finalizando así el funcionamiento de la comisión.
La mandataria, en tanto, apuntó a las AFP como parte del problema. “Las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) han perdido credibilidad en la ciudadanía y su modo de funcionamiento merece ser analizado en detalle”, dijo.
“Sabemos que mejorar un sistema previsional toma tiempo, debemos tener certeza de que las decisiones sean responsables, se sustenten en el tiempo y sean efectivamente un avance y no un retroceso para los pensionados”, puntualizó la presidenta.