Conozco a la Iglesia. Aunque sea en algo, aunque sea por haber dado un minuto de presencia, un instante de sentimiento, una lágrima, un segundo de emoción, un momento de duda y de esperanza, de guardar un lugar para la fascinación por esa idea comunitaria que subyace, por esa cosa de llevar juntos a la mesa nuestras penas y alegrías, por ese mensaje en algo subversivo y amoroso que nunca puede ser del todo aniquilado, un lugar que habla de mi origen. Un calor, un misterio.
Conozco a la Iglesia. Sé de la religiosidad popular, me he asomado a la incertidumbre en la que puede sobrevenir la muerte, presencié algún dolor intransferible acompañado por la fe.
Conozco a la Iglesia. Conozco la lógica de quienes saben / sabemos intelectualmente que es una institución caduca pero que a pesar de ello hace pesar sus dos mil años de Madre en algún lugar irracional de quienes somos. Porque la Iglesia somos todos (los bautizados), claro. Pero si se te juega algo -al menos- de la identidad, eso implica que uno es algo aunque sea de la Iglesia.
Y de ese conocimiento, que no creo que sea simplista -¿alguno quiere que le cuente cuál fue el Evangelio del domingo pasado?-, es del que surgen algunas de estas ideas:
- A los kirchneristas no les conviene escribir posts como este. Ni notas como las que escribió Verbitsky. Eso está más que claro. Le conviene, claro, poner sobre la mesa una serie de argumentos racionales que indiquen que -como pasa el 99% de las veces- los acontecimientos impactantes en definitiva casi nada cambian. Manejarse como lo haría un cirujano. Con los dedos así, apuntandohacia arriba.
- La polémica en torno a Bergoglio "Sí" - Bergoglio "No", no le "conviene" al kirchnerismo porque, como me decía un compañero, divide -lo estoy viendo a esta hora en 678- a los "más bien de izquierda" de los "más bien peronistas". Similar a lo que ocurre con el tema del sindicalismo (tema en el que -no es cuestión de esquivarle el bulto a la cosa- un servidor pensó que el kirchnerismo se mostraba un poco demasiado peligrosamente "izquierdista"). Y al kirchnerismo -como a ningún movimiento político- le convienen las divisiones. La idea de Bergoglio "No" es -además- anti-popular. Como decir que no te gustaba la Guerra de Malvinas, por citar un ejemplo a la pasada.
- Hoy la "Realpolitik" indica "Bergoglio Sí".
- Bueno es decir que las puertas que abre la elección del Papa Francisco son inéditas. Jamás en la Historia argentina hubo una figura "supranacional" y con "poder" similar a esta. ¿La Argentina es como esos pueblos de Westerns o hay lugar para dos (con poder) en este pueblo, Johnny? No lo sabemos aún, no tenemos ejemplos históricos a mano para medirlo. Aunque podemos intuir qué podría ocurrir. El diario La Nación (donde los sacerdotes "villeros" son tan amenazantes para el orden que aún hay que cambiar en la Argentina, que ocupan la tapa de la revista dominical) y la consultora Poliarquía, por ejemplo tienen una respuesta. Creen que no hay lugar para dos con "poder". Y que quienes mantendrán su poder son el Papa y aquellos que tengan una relación de ida y vuelta de apoyo con él. Así lo han escrito. Seguramente -vuelva al puntito uno- se equivoquen. Pero así lo piensan.
- Y puede ser, claro, que al Papa Francisco le cueste enorme tiempo y esfuerzo "parar" el equipo de la jerarquía eclesiástica hacia adentro. Y que en eso se le vaya hasta la última gota de energía.
- Pero puede ser también que logre parar su equipo. E intente impulsar "hacia afuera" la agenda de la Iglesia. Y ¿es la agenda de la Iglesia la que más necesitan nuestro país y América Latina? ¿Es la agenda del Siglo XXI la agenda de esa Iglesia que -como la jerarquía argentina- se debate tan sólo entre conservadores "duros" y conservadores "moderados"? ¿La "revitalización" que vivirán sacerdotes y laicos y su agenda -y su poder de lobby- es lo que más le conviene hoy al país? ¿Vamos a tener más vacas clonadas como Rosita o vamos a inventarnos alguna Asociación Nacional del Rifle (católica) que nos ancle cada vez más?
- Si recitamos que a "la gente" le interesan los "temas concretos" (la inflación, el empleo, la inseguridad) este evento del que tanto debatimos ahora no debería tener mucha influencia en la realidad política del país. Ni sobre sl kirchnerismo (y el país) se hacen torta o no. Después de lo que fue el año pasado y las tensiones que generó la mayor presencia del Estado en la economía, parece cierto que si todo esto que es tan lindo se va al tacho no será por un "problema de comunicación". Será por un problema político puro y duro -en todo caso político y económico- y con pitos y señales.
- Pero cuando se abre lo inédito, cuando (casi) todos los que quieren revertir (casi) todo lo que hizo el kirchnerismo encuentran una luz, una guía, un orden, una bibliografía, yo no me quedo tranquilo. Ni siquiera aunque no convenga decirlo.