
Empecé el libro dándome cuenta de que Barragán no usa ni las palabras ni el enfoque que yo utilizaría para contar, por ejemplo, qué me pasa a mí con el kirchnerismo. Pero terminé el libro con una certeza que me parece hermosa. Y es que este es el libro de un viaje. Del viaje que hizo Barragán durante estos años en el que la política, los conflictos, los encuentros y los desencuentros, seguramente Néstor y Cristina Kirchner nos llevaron a muchos de viaje. Es el libro de alguien que, como tantos, sintió que tenía que iniciar ese viaje porque el paisaje a su alrededor se había empezado a mover. Es decir, que tenía que empezar ese viaje porque el viaje ya había empezado.
Por ejemplo, los que leen este blog saben que hace tiempo, cuando ya estaba Néstor Kirchner en primer plano pero en la Argentina pasaban otras cosas, escribía de algunos temas, con algunas miradas, que ya no uso más. Que justo, justo cuando a los Albertos Fernández de este mundo les dejó de gustar el kirchnerismo, nosotros hicimos las valijas porque era el último llamado y ya estaban abordando. Bueno, en el libro Barragán cuenta cómo vivió él ese viaje, "ese tiempo" (como diría Alberto Fernández).
Las ideas que vierte el autor sobre 678 me parecieron muy certeras: "Ya no es el año 2010 y 678 ya no es tan imprescindible (...) ya se desenmascararon las cosas, ya se aprendió a leer el diario y a ver el noticiero (...) 678 fue el equipo de demolición de un edificio que se estaba pudriendo y que se nos podía caer encima (...) en ese sentido 678 no fue constructivo sino destructivo. Destructivo como lo es cualquier actividad que deje el terreno limpio para la construcción".
Hoy pensaba en lo que me dijo un médico muy sabio una vez. Que hay remedios que tienen pocos efectos colaterales. Pero que los remedios que tienen pocos efectos colaterales, también tienen pocos efectos. 678 no es un remedio con pocos efectos colaterales. Es un remedio con mucho efecto. Es así.
Te lo dice alguien que vio el programa con Beatriz Sarlo gritándole a la tele, como dice un compañero, algún concepto equiparable a "¡Dásela a Nora Veiras! ¡Dásela a Nora que pone la pelota contra el piso! ¡Defiéndanse con la pelota, será de Dios!".
La descripción que hace Barragán de Jorge Lanata, la firmo al pie. De hecho es más o menos lo que digo si alguien me pregunta sobre él, mientras, a la vez, recuerdo ese ejemplar gigante de Página 12 que tuve pegado durante años en mi cuarto, de bastante joven. Decir "estoy de acuerdo con la mayoría de lo que pasa" te sumerge en un colectivo. Y hay que tener ganas de sumergirse en un colectivo. Si no querés, no querés.
Me gustaron también los conflictos de Barragán con el peronismo ("Nadie se hace de Boca a los cuarenta años").
Barragán viajó. Viajó como supo, como pudo, como quiso, como le tocó. Parece haber sido un viaje intenso. Habrá quien lo vivió como él y quien no. Pero es así la cosa.
Y entonces quién le quita lo viajado.