Cap. IV Cadenas de valor en la agroindustria, Roberto Bisang, Guillermo Anlló, Mercedes Campi e Ignacio Albornoz, en este libro.
Fragmento:
Del análisis de las cinco tipologías de cadenas de valor asociadas con las producciones biológicas renovables, pueden extraerse una serie de elementos comunes acerca de la relevancia que tienen en las CGV, de sus posibilidades reales de “escalado” hacia etapas más complejas y de sus impactos sobre la actividad interna:
a) La presencia argentina es relevante en unos pocos mercados donde tiene participaciones superiores al 20% de lo comercializado internacionalmente. En tales casos, particularmente en las oleaginosas, el país no controla los mercados de futuro ni ejerce posiciones dominantes (lo cual no significa que oscilaciones en sus ofertas –por caso, los problemas climáticos o conflictos– no afecten las cotizaciones externas). Estas actividades tienen pronóstico de cierta
firmeza en sus demandas futuras que se asocian a países de gran densidad poblacional y crecimiento sostenido. Para tales productos, el (actual) consumo local es poco relevante.
b) Asimismo, hay varias producciones donde el país tiene escasa participación mundial, es claramente tomador de precios y dependiente de decisiones de mercado por parte de terceros. Para varios de estos casos –maíz, trigo, carne, lácteos, frutas– los consumos internos son importantes y afectan la canasta básica de alimentación y, como tales, son pasibles de habituales intervenciones estatales.
c) En su conjunto, el grueso de la inserción de la Argentina se ubica en las primeras etapas de las CGV, como proveedor de granos y/o materia prima. Esto implica ubicarse en etapas que demandan gran cantidad de capital inmovilizado y elevadas barreras a la salida. En los momentos de ciclo ascendente de los negocios, ello implica fuertes revalorizaciones de activos y una mínima posición frente a la oferta de insumos; en los períodos recesivos, se ven afectados por el grueso de los ajustes.
d) La mayoría de las ofertas primarias internas está fuertemente desconcentrada, pero cabe remarcar que no ocurre lo mismo con parte de la provisión de insumos (especialmente en los tramos de mayor complejidad: semillas genéticamente modificadas, fertilizantes, biocidas, etc.). A medida que se asciende en las etapas de industrialización, comienza la concentración en manos de unas pocas empresas industriales o de servicios (acondicionamiento, concentración y/o empaque). Tales empresas son mayoritariamente multinacionales (se les suman unas pocas firmas
locales de cierto porte) y desarrollan sus operatorias en el país sobre la base de integrarlas a sus propias CGV. Esta conformación es la génesis de las tensiones en el reparto de la renta generada al interior de estas cadenas productivas.
e) La fortaleza competitiva de las etapas primarias e industriales (primera etapa de transformación) comienza a decrecer a medida que crecen en complejidad las fases de transformación, y se torna casi nula a medida que nos acercamos al consumidor. Existen muy pocas marcas argentinas en el mundo agroalimentario, escasos canales propios de comercialización, así como otros activos complementarios asociados (logística, transporte, etc.). De ese modo, la Argentina es más un “originador” de granos y semi-elaborados industriales hasta el puerto, que un
abastecedor confiable de alimentos terminados de alto valor cercano a la góndola del consumidor. El modelo se repite en los nuevos “usos” de los recursos naturales; en biodiesel, es el proveedor de un commodity que ingresa a redes de distribución controladas por terceros.
f) Las limitaciones para avanzar en las CGV responden tanto a factores externos como internos. Los factores externos más relevantes –asociados con las restricciones al comercio– son: i) los mecanismos tarifarios (en los países de destino) en contra de las colocaciones de mayor valor; ii) las normas técnicas y sanitarias (a menudo operan como para-arancelarias); y iii) la propia estructura de la oferta interna dominada por empresas multinacionales que se establecen localmente, bajo la lógica de captación de fuentes de aprovisionamiento para desarrollos posteriores en los mercados de consumo final. Los factores internos más destacados son: i)
algunas restricciones cuantitativas establecidas en resguardo al pleno consumo interno; ii) las asimetrías en las tarifas y restricciones al comercio externo que no inducen a inversiones de mayor complejidad (más allá de los aceites y biocombustibles); iii) las asimetrías impositivas internas (créditos fiscales en el IVA, impuestos en cascada sin sistemas de devolución automática); iv) las debilidades empresarias en términos de dominio de la tecnología y escala necesaria para acceder a niveles de comercio mundial; y v) la falta de previsibilidad en los marcos regulatorios locales que impiden traducir las rentas existentes, en algunas actividades primarias, en desarrollos más complejos insertos en dinámicos mercados mundiales.
Fragmento:
Del análisis de las cinco tipologías de cadenas de valor asociadas con las producciones biológicas renovables, pueden extraerse una serie de elementos comunes acerca de la relevancia que tienen en las CGV, de sus posibilidades reales de “escalado” hacia etapas más complejas y de sus impactos sobre la actividad interna:
a) La presencia argentina es relevante en unos pocos mercados donde tiene participaciones superiores al 20% de lo comercializado internacionalmente. En tales casos, particularmente en las oleaginosas, el país no controla los mercados de futuro ni ejerce posiciones dominantes (lo cual no significa que oscilaciones en sus ofertas –por caso, los problemas climáticos o conflictos– no afecten las cotizaciones externas). Estas actividades tienen pronóstico de cierta
firmeza en sus demandas futuras que se asocian a países de gran densidad poblacional y crecimiento sostenido. Para tales productos, el (actual) consumo local es poco relevante.
b) Asimismo, hay varias producciones donde el país tiene escasa participación mundial, es claramente tomador de precios y dependiente de decisiones de mercado por parte de terceros. Para varios de estos casos –maíz, trigo, carne, lácteos, frutas– los consumos internos son importantes y afectan la canasta básica de alimentación y, como tales, son pasibles de habituales intervenciones estatales.
c) En su conjunto, el grueso de la inserción de la Argentina se ubica en las primeras etapas de las CGV, como proveedor de granos y/o materia prima. Esto implica ubicarse en etapas que demandan gran cantidad de capital inmovilizado y elevadas barreras a la salida. En los momentos de ciclo ascendente de los negocios, ello implica fuertes revalorizaciones de activos y una mínima posición frente a la oferta de insumos; en los períodos recesivos, se ven afectados por el grueso de los ajustes.
d) La mayoría de las ofertas primarias internas está fuertemente desconcentrada, pero cabe remarcar que no ocurre lo mismo con parte de la provisión de insumos (especialmente en los tramos de mayor complejidad: semillas genéticamente modificadas, fertilizantes, biocidas, etc.). A medida que se asciende en las etapas de industrialización, comienza la concentración en manos de unas pocas empresas industriales o de servicios (acondicionamiento, concentración y/o empaque). Tales empresas son mayoritariamente multinacionales (se les suman unas pocas firmas
locales de cierto porte) y desarrollan sus operatorias en el país sobre la base de integrarlas a sus propias CGV. Esta conformación es la génesis de las tensiones en el reparto de la renta generada al interior de estas cadenas productivas.
e) La fortaleza competitiva de las etapas primarias e industriales (primera etapa de transformación) comienza a decrecer a medida que crecen en complejidad las fases de transformación, y se torna casi nula a medida que nos acercamos al consumidor. Existen muy pocas marcas argentinas en el mundo agroalimentario, escasos canales propios de comercialización, así como otros activos complementarios asociados (logística, transporte, etc.). De ese modo, la Argentina es más un “originador” de granos y semi-elaborados industriales hasta el puerto, que un
abastecedor confiable de alimentos terminados de alto valor cercano a la góndola del consumidor. El modelo se repite en los nuevos “usos” de los recursos naturales; en biodiesel, es el proveedor de un commodity que ingresa a redes de distribución controladas por terceros.
f) Las limitaciones para avanzar en las CGV responden tanto a factores externos como internos. Los factores externos más relevantes –asociados con las restricciones al comercio– son: i) los mecanismos tarifarios (en los países de destino) en contra de las colocaciones de mayor valor; ii) las normas técnicas y sanitarias (a menudo operan como para-arancelarias); y iii) la propia estructura de la oferta interna dominada por empresas multinacionales que se establecen localmente, bajo la lógica de captación de fuentes de aprovisionamiento para desarrollos posteriores en los mercados de consumo final. Los factores internos más destacados son: i)
algunas restricciones cuantitativas establecidas en resguardo al pleno consumo interno; ii) las asimetrías en las tarifas y restricciones al comercio externo que no inducen a inversiones de mayor complejidad (más allá de los aceites y biocombustibles); iii) las asimetrías impositivas internas (créditos fiscales en el IVA, impuestos en cascada sin sistemas de devolución automática); iv) las debilidades empresarias en términos de dominio de la tecnología y escala necesaria para acceder a niveles de comercio mundial; y v) la falta de previsibilidad en los marcos regulatorios locales que impiden traducir las rentas existentes, en algunas actividades primarias, en desarrollos más complejos insertos en dinámicos mercados mundiales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario