jueves, abril 23, 2009

Una tarde... no medís

"Una tarde, el hombre que hace cuatro años pudo haber sido papa estaba charlando con un grupo grande de albañiles, Uno de ellos se paró y dijo que hacía un tiempo le había ocurrido algo singular. Salía de una obra en un edificio en construcción de un barrio porteño y, al subir con sus compañeros al colectivo, mientras hablaban en guaraní y hacían bromas, el albañil divisó sentado en el fondo a Bergoglio. Les avisó a sus compañeros que era el mismísimo jefe de la Iglesia Católica argentina, pero no le creyeron. El albañil no pudo entonces con su genio, se acercó a Bergoglio, le preguntó si era quien era y le pidió la bendición. "Cuando bajé del colectivo, padre -declaró el albañil ante el silencio de todos-, les dije a mis compañeros: «Qué bueno tener un obispo que vive como nosotros»." A Bergoglio, que es un estoico, se le llenaron los ojos de lágrimas y lo quebró por un instante el llanto".
Fuente. Las cosas que hay que leer...

3 comentarios:

Andrés el Viejo dijo...

Se me llenaron los ojos de lágrimas y no puedo seguir tecleando.

El anónimo dijo...

Carilinas carilinas gritaban.

leandrog dijo...

Que grosso, un monseñor en colectivo.
Es al pedo, el que se quema con chipá ve a un paraguayo y llora.