Publicamos una nota en Buenos Aires Económico hoy:
¿Los fracasos políticos, militares y económicos de Estados Unidos están reconfigurando el mapa político de América Latina? ¿Hay enormes diferencias entre los gobiernos de “izquierda” y los de “derecha” en el continente? ¿O estamos en presencia de una forma de gestionar lo público “latinoamericana” -o en cada caso, “nacional”- en el marco de un contexto económico y político internacional favorable para la región?
Las preguntas se arremolinan, aún sin una respuesta certera mientras el presidente mexicano, Felipe Calderón, con su habitual tono monocorde responde preguntas de un periodista de la filial local de CNN.
“Métanse lo que quieran pero déjennos en paz con este tema”. Calderón, egresado de los claustros de Harvard, se dirige en un tono más que directo a la sociedad norteamericana, en el marco de la “guerra al narcotráfico” que inició en 2006.
Pero ¿quién habla? ¿El abogado, miembro del centroderechista Partido Acción Nacional (PAN), católico, opuesto a la despenalización del aborto y el matrimonio homosexual? ¿O uno más de los líderes latinoamericanos siempre desconfiados de Washington y sus políticas?
“No nos equivoquemos, va siendo hora de hablar claro: la venta de armas en Estados Unidos es un gran negocio para su industria. Y ahora te explicas por qué de repente hay guerras en muchas partes del mundo desde Africa hasta Asia, que no tienen mucha explicación. Es que estos señores están haciendo dinero vendiendo armas y no les importa vendérselas a los criminales”.
Ver la entrevista a Calderón desde un país del sur donde cada paso de la política exterior es analizada por la oposición como un “alejamiento del mundo” no deja de llamar a la reflexión. Ahí está: un buen amigo y vecino de los Estados Unidos que no duda en llamar a las cosas por su nombre en la cadena de noticias “oficial” norteamericana.
¿Es que prefiere adoptar una posición “nacional” antes que funcionar como un “gerente” de Washington? ¿O analizará que la Casa Blanca, por sí sola, no hará nada para “salvarlo” en caso de que fracase su intento por mantener una presencia estatal razonable en todo el territorio mexicano, ahora amenazado por los cárteles de la droga?
“No hay todavía una idea de ‘corresponsabilidad’ en la sociedad norteamericana. ¿Por qué está así México? Por varias razones. Pero una es porque vivimos al lado del mayor consumidor de drogas en el mundo y todo el mundo le quiere vender drogas a través de nuestra puerta o nuestra ventana. Y vivimos al lado del mayor vendedor de armas en el mundo que está alimentando a los criminales”.
Calderón no deja de lado su hablar pausado, muy tranquilo. Su aspecto es pulcro, serio, intelectual. Sus conceptos son contundentes. En un momento, incluso, deja de lado la modestia y les da consejos a los hacedores de políticas al otro lado de la frontera.
“Hay inconstistencias. Yo les digo a los americanos: o se deciden de una vez y cambian hacia una legislación que facilite el uso de drogas y por mí, métanse lo que quieran pero déjennos en paz con este tema o dedíquense a coordinarse y establecer reglas que detengan el consumo de drogas”, señala.
El presidente sonríe. Sabe que pocos días atrás la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, comparó a México con la Colombia de los 80 y habló de una situación de “insurgencia”. “Tu ves los jóvenes universitarios americanos y el que no fuma marihuana está fuera de onda, de moda, pero eso sí, el que llega fumándose un cigarro, entonces casi lo linchan, son contradicciones ridículas y la inconsistencia en sus propias políticas causan un grave problema en México”. Una estocada más.
Sus quejas se desgranan. Los registros contabilizan más de 20 mil muertos en las batallas entre el Estado mexicano y los cárteles y entre las bandas entre sí. El Presidente recrimina a sus vecinos haber liberalizado la venta de armas: “con requisitos que son casi menos que para obtener la licencia (de conducir) puede comprar 50 o 100 AK 47 o granadas, eso detonó la violencia en México”.
“Los carteles que se disputan la venta de drogas son mexicanos y americanos. Porque a mí no me vengan a contar que la organización criminal temrina en el Río Bravo. Para vender un kilo de cocaína necesitas un comprador de cocaína ¿Quién está comprando esa droga y quién la está distribuyendo en Estados Unidos?”.
La entrevista sigue. Calderón sabe que está al mando de un barco que tiene su destino atado al de toda Norteamérica. Con ese panorama, la economía mexicana es la que menos ha crecido en promedio en toda América Latina -con excepción de Guyana- en promedio entre 2000 y 2010, según un reciente informe de la revista The Economist. No son pocos los problemas. Se suman, uno detrás de otro. El mandatario parece, al menos, tener una visión propia de sus posibles soluciones.
¿Los fracasos políticos, militares y económicos de Estados Unidos están reconfigurando el mapa político de América Latina? ¿Hay enormes diferencias entre los gobiernos de “izquierda” y los de “derecha” en el continente? ¿O estamos en presencia de una forma de gestionar lo público “latinoamericana” -o en cada caso, “nacional”- en el marco de un contexto económico y político internacional favorable para la región?
Las preguntas se arremolinan, aún sin una respuesta certera mientras el presidente mexicano, Felipe Calderón, con su habitual tono monocorde responde preguntas de un periodista de la filial local de CNN.
“Métanse lo que quieran pero déjennos en paz con este tema”. Calderón, egresado de los claustros de Harvard, se dirige en un tono más que directo a la sociedad norteamericana, en el marco de la “guerra al narcotráfico” que inició en 2006.
Pero ¿quién habla? ¿El abogado, miembro del centroderechista Partido Acción Nacional (PAN), católico, opuesto a la despenalización del aborto y el matrimonio homosexual? ¿O uno más de los líderes latinoamericanos siempre desconfiados de Washington y sus políticas?
“No nos equivoquemos, va siendo hora de hablar claro: la venta de armas en Estados Unidos es un gran negocio para su industria. Y ahora te explicas por qué de repente hay guerras en muchas partes del mundo desde Africa hasta Asia, que no tienen mucha explicación. Es que estos señores están haciendo dinero vendiendo armas y no les importa vendérselas a los criminales”.
Ver la entrevista a Calderón desde un país del sur donde cada paso de la política exterior es analizada por la oposición como un “alejamiento del mundo” no deja de llamar a la reflexión. Ahí está: un buen amigo y vecino de los Estados Unidos que no duda en llamar a las cosas por su nombre en la cadena de noticias “oficial” norteamericana.
¿Es que prefiere adoptar una posición “nacional” antes que funcionar como un “gerente” de Washington? ¿O analizará que la Casa Blanca, por sí sola, no hará nada para “salvarlo” en caso de que fracase su intento por mantener una presencia estatal razonable en todo el territorio mexicano, ahora amenazado por los cárteles de la droga?
“No hay todavía una idea de ‘corresponsabilidad’ en la sociedad norteamericana. ¿Por qué está así México? Por varias razones. Pero una es porque vivimos al lado del mayor consumidor de drogas en el mundo y todo el mundo le quiere vender drogas a través de nuestra puerta o nuestra ventana. Y vivimos al lado del mayor vendedor de armas en el mundo que está alimentando a los criminales”.
Calderón no deja de lado su hablar pausado, muy tranquilo. Su aspecto es pulcro, serio, intelectual. Sus conceptos son contundentes. En un momento, incluso, deja de lado la modestia y les da consejos a los hacedores de políticas al otro lado de la frontera.
“Hay inconstistencias. Yo les digo a los americanos: o se deciden de una vez y cambian hacia una legislación que facilite el uso de drogas y por mí, métanse lo que quieran pero déjennos en paz con este tema o dedíquense a coordinarse y establecer reglas que detengan el consumo de drogas”, señala.
El presidente sonríe. Sabe que pocos días atrás la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, comparó a México con la Colombia de los 80 y habló de una situación de “insurgencia”. “Tu ves los jóvenes universitarios americanos y el que no fuma marihuana está fuera de onda, de moda, pero eso sí, el que llega fumándose un cigarro, entonces casi lo linchan, son contradicciones ridículas y la inconsistencia en sus propias políticas causan un grave problema en México”. Una estocada más.
Sus quejas se desgranan. Los registros contabilizan más de 20 mil muertos en las batallas entre el Estado mexicano y los cárteles y entre las bandas entre sí. El Presidente recrimina a sus vecinos haber liberalizado la venta de armas: “con requisitos que son casi menos que para obtener la licencia (de conducir) puede comprar 50 o 100 AK 47 o granadas, eso detonó la violencia en México”.
“Los carteles que se disputan la venta de drogas son mexicanos y americanos. Porque a mí no me vengan a contar que la organización criminal temrina en el Río Bravo. Para vender un kilo de cocaína necesitas un comprador de cocaína ¿Quién está comprando esa droga y quién la está distribuyendo en Estados Unidos?”.
La entrevista sigue. Calderón sabe que está al mando de un barco que tiene su destino atado al de toda Norteamérica. Con ese panorama, la economía mexicana es la que menos ha crecido en promedio en toda América Latina -con excepción de Guyana- en promedio entre 2000 y 2010, según un reciente informe de la revista The Economist. No son pocos los problemas. Se suman, uno detrás de otro. El mandatario parece, al menos, tener una visión propia de sus posibles soluciones.
2 comentarios:
Parece que chupar las medias no rinde en estos tiempos.
Todo lo que dice Calderón es muy cierto, pero ojo a un detallecito: históricamente la derecha latinoamericana se hace 'antiyanqui' cuando allá arriba están los demócratas.
Eso pasaba aquí durante la dictadura y Carter insistía con los derechos humanos: entonces los de la revista 'Cabildo' y especímenes parecidos se indignaban por los planes de la 'Comisión Trilateral' para dominar el mundo.
Sí, era cierto, pero después subió Reagan y se olvidaron de la Trilateral; entonces pasaron a hablar de la 'Tercera guerra mundial' en curso (la fría), liderada, claro, por USA.
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