
Ya que esto se está empezando ir de madres (digo, por lo que se ve
acá y
acá -che, ni al finado Julio Ramos se le hubiera ocurrido zanjar la historia con una encuesta, lo digo para Artemio "en el buen sentido", para Clarín, no-), vamos a iniciar una serie de posts sobre peronología.
Vuelvo a González, H. (1999),
Restos Pampeanos. Ciencia, Ensayo y política en la cultura argentina del Sixlo XX, Buenos Aires: Colihue. No sé si González la pega en todo y no voy a iniciar una polémica gonzalismo - no gonzalismo, muy común en el mundillo de las ciencias sociales locales. Me interesan algunas cosas que dice. Voy:
En la página 348, el autor cita el Manual de Conducción Política (1950), de Perón. Dice Juan Domingo:
"Algunos creen que gobernar o conducir ess hacer siempre lo que uno quiere. Grave error. En el gobierno, para que uno pueda hacer el
cincuenta por ciento de lo que quiere, ha de permitir que los demás hagan el
cincuenta por ciento de lo que ellos quieren. Hay que tener la habilidad para que el cincuenta por ciento que le toque a uno sea el fundamental".
Reflexiona González a rengón seguido: "Esta reflexión está pensada desde el conductor que permite libertades
menos fundamentales y que deja presuponer que ese reparto de equivalencias no es sino una argucia escénica de igualdad que de inmediato se rompe por ese acto desequilibrador de la historia que es su misma presencia inexplicable. El jefe es lo inexplicable en este racionalismo destinal. Nuevamente,
lo que en Perón da sentido a todo el esquema de comando no son las valencias equitativas como proyecto de sociedad igualitaria. Es la existencia del conductor. Sin el conductor no existe el equilibrio, pero con el conductor todo equilibrio está sometido a una crisis esencial, pues él arrebata para sí 'lo fundamental'".
Otra de González, esencial: "
A nadie obliga, a nadie lleva el conductor. Los que quieren, lo siguen. Es todo espíritu sin axiomas, no cohibe ni ordena, sino que crea necesidad con su sola presencia inmaterial. Máxima demostración de que la polis es solo una manifestación del libre albedrío".
Algunas conclusiones apresuradas y para discutir:
a) La denuncia de algunos a Perón es necesariamente autodenuncia, por lo menos de pubertad política.
b) Perón era Perón. Perón siempre fue Perón. Si algunos creyeron que Perón había dejado de ser Perón, bueno, que vuelva a leer el punto a).
c) Para dialogar y negociar con Perón había mucho margen (50 por ciento). Si uno quería más (meterse con el 50 por ciento que él consideraba innegociable) bueno, ese es otro juego.
d) Otra vez: Perón no es Videla. Videla no tenía porcentaje de negociación, era la cara de la revancha clasista, cosa que Perón no era ¿no?.
e) Que se juzgue lo que se tenga que juzgar, pero por favor, que la sociedad argentina no me hable como si todos sus integrantes fueran paracaidistas luxemburgueses....