domingo, mayo 12, 2013

De cómo soltarse el pelo con Wellapon y medir. Si total...







"Marisa, a partir de hoy, si queremos gobernar este país, no vamos a ver la televisión, no vamos a mirar las revistas, no vamos a leer el periódico"
Lula, a su mujer, año 2005


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En la semana que terminó ayer, los vecindarios de la Capital Federal y de otras ciudades importantes han presenciado con asombro y pesar el espectáculo dado por agrupaciones de elementos que, no obstante su categórica prohibición, de fecha reciente, de realizar reuniones en la vía pública, han recorrido las calles dando vítores a ciertos ciudadanos, y, en esta ciudad, acampando durante un día en la plaza principal, en la cual, a la noche, improvisaban antorchas sin ningún objeto, por el mero placer que les causaba ese procedimiento. Sin embargo, la mayor gravedad de esta situación no ha constituido ni aquí ni en otras localidades en el desfile vocinglero por las avenidas, ni en las leyendas que eran estampadas en las paredes y en los vehículos que se encontraban en la recorrida. Ha habido también verdaderos atentados contra diarios, uno de ellos de esta capital, por sustentar opiniones contrarias a las de los manifestantes.

Ha sido un espectáculo lamentable. Lo habría sido en cualquier instante de nuestra historia, pero lo es mucho más en este período, por la jerarquía que ha alcanzado la Argentina en la comunidad de las naciones. Fuera de sus consabidas riquezas naturales, ella ha llegado a atener en el mundo un papel destacado, por los medios que conducen naturalmente a ese resultado.

Al ser reorganizada definitivamente la nación, los primeros presidentes emprendieron la obra de suprimir los restos de barbarie representados en el caudillaje cerril, para que de uno a otro extremo del territorio no reinase sino la cultura de los pueblos eminentemente civilizados.

El afianzamiento de la justicia y el desenvolvimiento de la instrucción se centraron entre los diversos recursos empleados con ese fin. Paralelamente a los esfuerzos y como consecuencia de ellos, fue posible continuar el desarrollo de la ciencia, las letras y las artes, entorpecido por la por la larga tiranía.

Los grandes países dejaron de ver a esta tierra como un simple abastecedor de materias primas indispensables, para reconocerle la importancia que le correspondía por su adelanto en los otros órdenes. La consideración se acentuó cuando llegó el momento de la evolución institucional, cumplida por el presidente que restituyó al pueblo la libertad electoral de que en los últimos períodos inmediatamente anteriores había sido despojado con la ayuda de una pésima legislación.

Circunstancias como las referidas despertaban en los argentinos la legítima ambición de aproximarse, cada vez más, a los países monitores de la civilización. Es sabido que el progreso suele revelarse hasta en detalles. Se ha dicho, con referencia al pueblo británico, que no sólo Inglaterra es una isla, sino que cada inglés también lo es. Si citamos el concepto, no es para pronunciarnos acerca de su acierto o desacierto, sino para dejar una vez más la constancia de que dentro del código de costumbres y condiciones de carácter que los distinguen, los miembros de ese pueblo no ejercen sus derechos con denuestos ni, por consiguiente, con agresiones de hecho. Nadie piensa en ello, y si acaso hubiese quienes pretendiesen infringir esa regla de conducta, se verían reprimidos en el acto, por la autoridad, apoyada en el sentimiento de la colectividad. Sería superfluo citar numerosos países a los cuales es aplicable con idéntica reflexión.

Los sucesos acaecidos entre nosotros importan un retroceso en la legítima ambición a que hemos aludido de colocarnos, con perfecto derecho, desde el punto de vista del respeto recíproco en todas las relaciones, al lado de aquellos países. Bandas armadas, manifestaciones agresivas, a veces sin discriminación y ocupación en la forma que se ha conocido en la plaza en que se levantan la Pirámide de Mayo y la estatua del insigne creador de la bandera, son hechos que no tienden a la recordada aproximación, sino por el contrario, al alejamiento.

Es de esperar que sucesos de aquella índole no se reproducirán. Para impedir su retorno, ha de bastar un instante de reflexión de los responsables de los destinos del país.

Diario La Nación, 21 de octubre de 1945. Editorial. Publicado en este libro.

7 comentarios:

Carlos dijo...

Escuchame Teresochuk, estás un poquito confundido, te explico algo... no mejor leéte el cuento "La fiesta del monstruo"

¿Lo conocés? aquí te lo dejo:

http://llyc4.files.wordpress.com/2011/04/bioy-casares-borges-la-fiesta-del-monstruo.pdf


Preguntale a algún pariente mayor que tengas... y buscate un trabajo decente.

leandrog dijo...

"Recurriendo a toda clase de métodos de coerción y contando con una inexplicable pasividad por parte de la policía, que se negó a intervenir en los casos en que se solicitó su protección, elementos adictos al ex vicepresidente de la República intentaron poner en práctica un plan de perturbación del orden tendiente a impedir la normalización institucional del país. Para asegurarse del éxito del movimiento, desde ayer se habían echado a correr ciertas versiones según las cuales todas las conquistas sociales obtenidas últimamente habían sido derogadas. no obstante, la anunciada huelga ha hallado escaso eco entre los trabajadores".
17 de octubre de 1945
Diario El Mundo

gem dijo...

Todavía no llegamos a cuando los democráticos respetuosos del pueblo lanzaron bombas en la misma plaza y murieron cientos de argentinos, claro esos justicieros no eran negros ni metian las patas en la fuente....

Antonio (el Mayolero) dijo...

Carlos; "la fiesta del monstruo" es un casi plagio de "El matadero" de Esteban Echeverria...

Descartes dijo...

con el agravante de que la fiesta del monstruo la escribieron borges y bioy casares y no tuvieron los huevos de firmarlo.
casualmente hace pocos dias en un encuentro de formacion con compañeros, veiamos tanto el matadero como la fiesta del monstruo, como tambien el poema "la refalosa", reflejos de los miedos y pesadillas de los privilegiados (o de los recientemente despojados de sus privilegios) de diferentes epocas, mas que de la realidad. Interesante rescate escriba

PoliticamenteIncorrecto dijo...

La traducción de los dichos de Lula a Marisa están chequeados, no me animo a darle veracidad a la editorial de La Nación hasta el OK de LuLu.

Anónimo dijo...

"Los grandes países dejaron de ver a esta tierra como un simple abastecedor de materias primas indispensables, para reconocerle la importancia que le correspondía por su adelanto en los otros órdenes..." Es conmovedor pensar que a lo mejor esto pudo ser cierto hace tanto tiempo, sobre todo pensando en las carcajadas de los chinos si lo leyeran hoy.