"Lo primero es entender que la noción de conurbano es un invento porteño. Desde que el crecimiento demográfico hizo que la población metropolitana se derramara por fuera de los límites jurisdiccionales de Buenos Aires, junto a una idea amable y edénica de los alrededores, apareció la oposición entre legalidad e ilegalidad, según la cual el Gran Buenos Aires tendría una especie de latencia de ilegalidad y de desorden que amenaza a un centro de orden, por supuesto relativo, que estaría en la Capital. Esa noción se vincula a cambios muy concretos, pero también a la manera en cómo la policía de la Capital, que luego sería la Policía Federal, consolida una noción de toda la ciudad, cuyo orden hay que defender, por oposición a un afuera que tiene un régimen estatal mucho más heterogéneo, con una policía que apenas puede llamarse así. La idea de un conurbano donde hay bolsones de baja legalidad, de una policía cómplice de los delincuentes y de los caudillos políticos responde a una realidad, pero también a una oposición que servía a la agenda de consolidación de la Policía Federal".
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