miércoles, febrero 15, 2012

Vale, valeria. Midamos

Sirve complejizar, me parece.
  • Algo escribimos sobre algunas cuestiones de contexto vinculadas a la situación de la minería, también a la cuestión ambiental.
  • Hay sectores que se oponen por completo a las explotaciones mineras, que no están en los partidos políticos mayoritarios. ¿No repiten, de alguna manera, el error del Gobierno nacional durante el conflicto por la resolución 125, de tratar a todas las situaciones de una actividad económica por igual?
  • La empresa Vale es una de las cuatro mayores empresas mineras del mundo, la mayor en explotaciones de hierro. Me entero que posee el mayor buque de transporte de minerales del mundo.Es parte del malvado imperialismo brasileño (?!) digamos. Pregunto: ¿vamos a prohibir lo que hacen ellos?
  • Que el Estado en todas sus instancias no está lo suficientemente metido en el tema minero es algo bastante concreto, si no, no estaríamos viendo las modificaciones que estamos viendo por parte de los gobernadores sobre este tema.
  • El año de escasez de dólares fáciles puede ser muy bueno para los debates y los replanteos. Imaginemos esta escena en el país X. Hagamos volar la imaginación. Yo, minera, puedo venir un día y hacer lobby con un gobernador. Puedo venir otro día y hacer más lobby con el mismo gobernador. Puedo venir otro día y hacer más y más lobby con un gobernador. Y eso puede funcionar un tiempo. Hasta ahí todos (ellos) contentos. Pero si el gobernador me dice un día "mirá, yo ahora lo que necesito es plata grossa para pagar los sueldos de la administración pública", bueno, el juego cambia. 
  • Las mineras no están cerrando la puerta a pagar más.
  • Quiero recordar que las mineras son monstruos grandes, pisan fuerte, juegan fuerte, pero negocian. En 2010, las mineras más grandes del mundo "voltearon" al primer ministro de Australia (acá dice que se gastaron 22 millones de dólares en la campaña de "relaciones públicas" para lograrlo). Ocurrió cuando Kevin Rudd les quiso imponer un impuesto a las "super ganancias" del 40 por ciento. Luego asumió Julia Gillard, que le serruchó el piso a Rudd en su propio partido y cerró un acuerdo por el 30 por ciento, que igual implicaba un aumento importante.

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