Lo que ocurrió en estas elecciones legislativas de 2009 debe significar una transición de una generación a otra. No digo que haya que tirar a los "viejos" por la ventana. Su historia nos constituye, de alguna manera. Pero nosotros debemos ser otra cosa.
Llegó la hora de una nueva generación que tiene que definir sus prioridades, sus formas, plantear sus opciones, su agenda y sus lenguajes. La generación de Néstor Kirchner llegó al poder para tratar de resolver los dramas de la Argentina de los 70. Aquellos surgidos de la violencia política y el terrorismo de Estado, pero también, como su contracara necesaria, del neoliberalismo triunfante.
Lo hizo de una forma que nosotros valoramos (como ocurrió en esta y esta reflexión y en muchas otras más que se han realizado por aquí). Que nos hizo crecer con sus debates, sus planteos y sus logros. Pero que también nos puso ante sus contradicciones y límites -ya sé que en política siempre hay contradicciones y límites, ya lo sé-.
Nuestra agenda debe ser otra agenda. Nuestro lenguaje, debe ser otro lenguaje. Y nuestra gente debe ser otra gente.
Así, habría que pensar ¿es el momento de los Carlos Kunkel o llegarán otros peronistas? ¿Necesitamos a los progresistas de café o irrumpirán los Martín Sabbatella? ¿Es hora de seguir coqueteando con los pejotistas de siempre o abrirán un camino los Agustín Rossi? ¿Seguimos con los Artemio López y los Ricardo Rouvier o llegarán las María Esperanza Casullo? ¿Las palabras tienen que ser las de los Horacio González o escucharemos las de Martín Rodríguez? ¿Sentenciarán los Alberto Fernández o darán paso a los Abelardo Vitale? ¿Oiremos a los Aldo Ferrer y o sonarán los números de los Tavos y Coek y de muchos otros?
En la ola de la política estamos abajo. Arriba están los que enfrentamos en estos años. Pero estamos. Esta es nuestra ola. No la vamos a perder. Cuando suba, la vamos a tener que agarrar nosotros, no la generación de Kirchner. Desde la academia, desde la política, desde los medios, desde los sindicatos, desde los locales partidarios, desde los barrios, desde la calle, desde los blogs. Con otras formas, a veces con otros objetivos, con otros lenguajes, con otras estrategias.
Al menos esto le parece en este momento fulero para el país al autor de este blog, Nicolás Tereschuk.
(El post se poblica en forma simultánea en Artepolítica)
Autor de la foto en Flickr.
Llegó la hora de una nueva generación que tiene que definir sus prioridades, sus formas, plantear sus opciones, su agenda y sus lenguajes. La generación de Néstor Kirchner llegó al poder para tratar de resolver los dramas de la Argentina de los 70. Aquellos surgidos de la violencia política y el terrorismo de Estado, pero también, como su contracara necesaria, del neoliberalismo triunfante.
Lo hizo de una forma que nosotros valoramos (como ocurrió en esta y esta reflexión y en muchas otras más que se han realizado por aquí). Que nos hizo crecer con sus debates, sus planteos y sus logros. Pero que también nos puso ante sus contradicciones y límites -ya sé que en política siempre hay contradicciones y límites, ya lo sé-.
Nuestra agenda debe ser otra agenda. Nuestro lenguaje, debe ser otro lenguaje. Y nuestra gente debe ser otra gente.
Así, habría que pensar ¿es el momento de los Carlos Kunkel o llegarán otros peronistas? ¿Necesitamos a los progresistas de café o irrumpirán los Martín Sabbatella? ¿Es hora de seguir coqueteando con los pejotistas de siempre o abrirán un camino los Agustín Rossi? ¿Seguimos con los Artemio López y los Ricardo Rouvier o llegarán las María Esperanza Casullo? ¿Las palabras tienen que ser las de los Horacio González o escucharemos las de Martín Rodríguez? ¿Sentenciarán los Alberto Fernández o darán paso a los Abelardo Vitale? ¿Oiremos a los Aldo Ferrer y o sonarán los números de los Tavos y Coek y de muchos otros?
En la ola de la política estamos abajo. Arriba están los que enfrentamos en estos años. Pero estamos. Esta es nuestra ola. No la vamos a perder. Cuando suba, la vamos a tener que agarrar nosotros, no la generación de Kirchner. Desde la academia, desde la política, desde los medios, desde los sindicatos, desde los locales partidarios, desde los barrios, desde la calle, desde los blogs. Con otras formas, a veces con otros objetivos, con otros lenguajes, con otras estrategias.
Al menos esto le parece en este momento fulero para el país al autor de este blog, Nicolás Tereschuk.
(El post se poblica en forma simultánea en Artepolítica)