Juan Belén, número dos del sindicato metalúrgico UOM sostuvo:
“Antes la mayoría de los funcionarios representaba al capital empresarial. Y yo digo que el Ministerio de Trabajo tiene que escuchar a las dos partes, pero siempre tiene que tener una tendencia a favor del trabajador y esa es la política que viene llevando el gobierno popular de Néstor Kirchner. Hoy hay una actitud de estar más del lado del trabajador que del lado empresarial. Antes el Ministerio dilataba, no buscaba soluciones, no buscaba consenso. También hay una tarea oculta del funcionario, de citar a las partes individualmente y consultarnos sobre cómo vemos el proceso, es decir, de arrimar a las partes. Esa es una tarea que no se ve, es oculta pero sabemos que existe.Uno ha vivido eso y ahora nota una dedicación a través de las conversaciones, etc.”
Pedro Wasiejko, de la CTA, argumentó en el mismo sentido:
“Hay otro segundo rol (además de impulsar la Negociación Colectiva) que es muy importante y que es muy diferente a la década del 90, en la que el Ministerio de Trabajo jugó un papel negativo. Al principio de la década del 90 los conflictos que nosotros tuvimos, el de FATE, los de PIRELLI, los de FIRESTONE, el Ministerio de Trabajo siempre estaba en franca colaboración
con la empresa para reducir los costos laborales, y de alguna manera tenía un mecanismo que nos limitaba a nosotros en la negociación. Si a una fábrica como la nuestra no se le aplica la conciliación obligatoria por 10 días la capacidad de negociación que tienen con el sindicato es distinta. Ahora si nos echan 200 tipos y nosotros vamos a hacer un conflicto y viene el Ministerio
y corriendo le aplica la conciliación, en 4 horas nos desarma. Fue una actitud diametralmente opuesta, escuchar al sindicato. Hubo otra actitud de pensar en el trabajador. Antes era ‘nosotros contra todos’, era contra la justicia, los patrones, contra el Ministerio, era la triada como le gusta a los trotskistas. Ahora en cambio había un funcionario que trataba de estar en el medio, pero el Ministerio como institución jugaba a favor, ese es el cambio trascendental.”
En todo lo que pasó estos años en la Argentina en materia laboral hubo dos para bailar: Gobierno y sindicatos. Mi impresión es que esa relación no se va a romper. Pero claro, nadie tiene la bola de cristal y, en todo caso, me parece que es necesario decir que no debería romperse. Vamos despacito. Basta de posiciones maximalistas y de troskoperonismo.
¿Troskoperonismo no es un oxímoron?
ResponderBorrarExiste, existe.
ResponderBorrarEs una jugada difícil pero necesaria la de poner la defensa de las condiciones laborales por encima del poder que reclaman los sindicatos. Otrora han sido tan poderosos que se terminaron perjudicando los laburantes. Les hicieron pagar el costo de su ambición desmedida puesto que los sindicalistas, como el sol, "siempre están" por no decir que parecen vitalicios en sus cargos. En contraposición del que trabaja y depende de los "humores" de estos tipos.
ResponderBorrarSi, es verdad, reconoco lo necesarios que son, pero aún me queda el resquemor (prejuicio??) de su historia y de sus presiones no sindicales sino políticas.