“La intervención excesiva y desordenada del Estado ha perturbado seriamente el sistema económico argentino en detrimento de su eficiencia y, juntamente con la inflación, ha generado fuentes de beneficios extraordinarios que contrastan con la orientación que quiso darle a la política social. La intervención del Estado es ciertamente indispensable para acelerar el ritmo de desarrollo y promover su sentido social, pero hay dos tipos de intervención: la que pretende regular la conducta de los individuos en el proceso económico, como ha sido en este país el período que se considera, y aquella intervención del Estado favorable al desarrollo económico que consitste en manejar eficazmente los resortes superiores del sistema mediante la política fiscal, la política monetaria, de cambios y de créditos, la tarifa aduanera, la política de inversiones y la acción técnica del Estado, todo ello a fin de crear las condiciones básicas, los estímulos y los incentivos que requiere la actividad económica privada para su máxima eficacia, orientándola hacia el logro de ciertos objetivos fundamentales de desarrollo económico”.
“Sucede con frecuencia que cuando el Estado se empeña en el primer tipo de intervención termina por perder el dominio de aquellos resortes superiores y en vez de orientar y estimular la economía, ésta queda a la deriva, perturbada por la incoherencia, las contradicciones y la imprevisión de este intervencionismo contraproducente”.
¿Es Roberto Lavagna el que habla? Pues no, amigos. Resulta que es el bueno de Raúl Prebisch (¡sí, el de la CEPAL!) criticando en 1956 la política económica del peronismo en su "Informe preliminar acerca de la situación económica", el cual le encargó el gobierno de Aramburu.
Las conclusiones las sacan ustedes, porque ya me cansé ¿sí?
“Sucede con frecuencia que cuando el Estado se empeña en el primer tipo de intervención termina por perder el dominio de aquellos resortes superiores y en vez de orientar y estimular la economía, ésta queda a la deriva, perturbada por la incoherencia, las contradicciones y la imprevisión de este intervencionismo contraproducente”.
¿Es Roberto Lavagna el que habla? Pues no, amigos. Resulta que es el bueno de Raúl Prebisch (¡sí, el de la CEPAL!) criticando en 1956 la política económica del peronismo en su "Informe preliminar acerca de la situación económica", el cual le encargó el gobierno de Aramburu.
Las conclusiones las sacan ustedes, porque ya me cansé ¿sí?
¡Mire que la tenía clara Prebisch! Para que después no critiquen al estructuralismo.
ResponderBorrarTouché, Ana. Pero no tanto.
ResponderBorrarEl tema es que así como hay algo de verdad en lo de Prebisch, y en dosis homeopáticas en algunas indicaciones de Lavagna, también es cierto que ambos, detrás de un discurso de intervención controlada promueven liberalización.
Al menos en el caso del Dr. P. y el documento que cito es así. El programa que le realiza a Aramburu es fuertemente liberal, implica un ajuste bastante interesante en pos de la generación de inversiones en petróleo, transporte, energía (todas cosas que no se comen, ni con las que se hacen asados, ni con las que se le compra un juguete a los chicos ni un vestido de tela barata aunque sea a la patrona). Propone reducir la cantidad de empleados públicos, aumentos de sueldos solo a cambio de mayor productividad, liberalizar mercados de cambios, terminar de reventar el iapi, etc., etc., etc. La verdad es que salvo algunas frases más o menos inteligentes por ahí no se nota la diferencia del Alsogaray de "hay que pasar el invierno".
Lavagna me propone más o menos lo mismo: que frenemos el crecimiento, el consumo, el gasto público, que terminemos los negocios con Chávez y etc., etc., etc.
Escriba
ResponderBorrarEs similar a lo que proponian Ricardo Caballero y Rudi Dornbusch en
ARGENTINA: UN PLAN DE RESCATE QUE FUNCIONE
http://eco.unne.edu.ar/economia/revista/48/06.pdf
y LA BATALLA POR ARGENTINA.
http://econ-www.mit.edu/faculty/download_lr.php?id=4
Un abrazo
y similar a lo que puede decir cualquier economista en cualquier diagnóstico... o acaso escucharon a alguno, sin contar a los "hippies" decir alguna vez "hay que disminuir la productividad", "no nos interesa la eficiencia", "no hay necesidad de estimular la inversión", o algo por el estilo????
ResponderBorrarYo lo diría de este modo: "la economía mide, pero no mide"
Está muy bien eso diógenes. Lo que te queda si no te gusta lo que sale de "la economía" es "la política". ¿O será que todo es política?
ResponderBorrarSaludos
si, pero la política se hace no midiendo. Frente a esta confusión, más que un político, uno se tendría que conformar con algún que otro "momento profético", con todos sus peligros.
ResponderBorrarAguante el "que se vayan todos"!!!
La política que mide está por afuera de todo "medidor".
...y...puede ser...
ResponderBorrarNo es fácil la vida, diógenes.
Qué lo parió...
Lo que Prebisch propone es una activa participación del Estado en la promoción del desarrollo económico, fomentando la inductria y las inversiones, en vez de andar metiendo presos a los almaceneros por subir los precios, o comprando la cosecha a los nchacareros para exportarla.
ResponderBorrarO sea un Estado manejando los resortes fundamentales de la economía(lo que no es para nada igual al laissez faire)y no metido en los detalles con el fango hasta la cintura. Me hace acordar un poco a la dicotomía Moreno-línea del Ministerio de Economía. Estas políticas siempre cansan y se agotan en pocos años, y después la opinión pública apoya que el péndulo vaya hacia la otra punta, sin buscar el justo medio.
Sólo pregunto:
ResponderBorrar¿El justo medio en un país que viene de 30 años de desequilibrio a favor de grupos económicos y algunos conglomerados transnacionale, no se parece demasiado a aspirinetas para el SIDA?
Saludos
Es interesante analizar lo que tomó el gobierno de Aramburu de las propuestas de Prebisch: el ajuste y la liberalización (acompañados de represión política y social), pero del rol del Estado como propulsor del desarrollo económico, nientes.
ResponderBorrarAbrazo.
Eeeeeeeeeeppppa. Ahí está la historia ¿no?
ResponderBorrarSí, en el Consenso de Washington del amigo Williamson también decía que si ibas a privatizar tenías que tener buenos y serios organismos de control y que había que tener un tipo de cambio flotante que reflejara las fluctuaciones, pero el menemismo-convertibilidad de eso nada de nada.
Un abrazo
Reconozcamos que las palabras de Prebisch parecen un recetario de liberalización para aquellos años pero no es tan distinto de lo que se hace hoy en día.
ResponderBorrarBien ahí Hal!
ResponderBorrarCoincido. El país es tantísimo más liberal que hace quince años siquiera. Ni hablar 40.
Saludos