Manuel Mora y Araujo no es santo de mi devoción pero todavía piensa.
Realiza hoy en El Cronista un excelente (por lo menos estimulante) análisis sobre el futuro político del Gobierno si se piensa en que "todo va bien con una economía que va bien". Mando cuatro párrafos. Vale la pena:
"Políticamente, el proyecto del presidente Kirchner puede ser descripto como una coalición de amplio espectro social, que combina el apoyo de las clases bajas y medias y neutraliza el disgusto que su estilo produce en las clases más altas gracias a que en definitiva son estas las más favorecidas por los buenos resultados económicos. Si esto continuase así, no habría nada políticamente inquietante a la vista. La pregunta es si esto continuará así".
"Por el momento, para muchos analistas, un cuello de botella se encuentra en la dificultad de continuar incorporando al mercado laboral productivo a personas de las clases bajas sin calificaciones. Sin embargo, a pesar de eso, en esos segmentos sociales las encuestas no registran un potencial malestar. La tasa de creación de empleos -bien que muchos de ellos informales y de mala calidad- es igual o superior a las expectativas".
"En cambio, es en las clases medias donde se está advirtiendo un potencial clima de insatisfacción. Para ponerlo en términos crudamente coloquiales, lo que está ocurriendo en las clases medias es que la oferta del gobierno -alimentos y bienes de consumo baratos más estabilidad laboral- no es suficiente cuando se aspira no sólo a disponer de carne o transporte barato sino también a comprar un departamento o un auto, y eso no resulta posible con los ingresos actuales. Y, además, los ingresos no podrán mejorar significativamente en sectores donde la productividad laboral es baja y la competitividad de los individuos muy limitada".
"A un gobierno que ha tenido a las clases medias como puntal de su apoyo social, el cuello de botella político que podría producirse en ese segmento puede representarle un desafío mayúsculo. Un desafío que podría exigir adaptar el paquete en forma hasta hoy impensada. O que podría abrir una vía para la emergencia de propuestas opositoras diferentes de las que hoy están en oferta (y cuentan con poca demanda), esto es propuestas más distribucionistas (a favor de las clases medias) que productivistas. El malestar político en la Argentina de hoy no se genera entre los muy pobres ni entre los muy productivos; se está incubando entre trabajadores formales sindicalizados y en las vastas filas del empleo público y los docentes. Allí donde el gobierno apostó a que la ecuación precios reprimidos más empleos estables podría deparar frutos duraderos pueden generarse los nuevos desafíos políticos al paquete".
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